La Biblia de Neón se abre como un pergamino una vez uno ha desenvuelto el mapa de esa almendra. Es pequeña. Verdosa. Pasearse entre los prisioneros, así localizar a los sujetos más apreciados, anotar en la libreta una mínima descripción. Clavar la pluma que rasga el papel y remover hasta dar con la almendrita. El peligro es el vacío. Raspar el humo.
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La voz de los prisioneros, aquí: